EDUCACIÓN

YO SÍ CREO EN SANTA CLAUS

Por Franco Soldi


El nacimiento de una persona ha provocado más de 2000 años de magia. ¿Cómo no voy a creer en Santa Claus? o en los Reyes, Papa Noel, o el Niño Jesús o como en tu país se le llame al motivo más lindo que encierra estas fechas: El deseo de dar. ¿Cómo no voy a creer en la magia?

Este comportamiento me inspiró a escribir el cuento para niños “Mirta la super mosca y su triste destino” (parte de la colección Brainy Fables). Este cuento refleja una actitud que he visto muchas veces en las personas. Nos podemos reír o compadecer de la pobre Mirta (la mosca) sin ser conscientes que a lo largo de nuestra vida puede que nos comportemos igual ante un obstáculo.

Que otra cosa puede reunir millones de padres en decenas de países, en situaciones totalmente distintas, a hacer lo imposible para crear la ilusión, el truco de magia masivo más hermoso que ha visto el ser humano. La coordinación absoluta de millones de adultos para conseguir millones de sonrisas en millones de niños.

Franco Soldi

¡Yo sí creo en Santa Claus! Y tú, 

¿eres parte de la magia?

Imagínate que vives hasta llegar a los 80 años. Esto significa que en tu vida tendrás ochenta primaveras, ochenta inviernos y ochenta Navidades. Visto así ¿No parece mucho tiempo verdad?

Me cuesta trabajo recordar la ultima Navidad que pase junto con toda mi familia. Aquellas Navidades en Lima cuando yo tenía la edad que hoy tiene mi hijo, 7 u 8 años. Pensar en mi familia me genera nostalgia. Es triste darse cuenta que el destino nos haya separado tanto y que estemos cada uno en un rincón distinto del planeta. Nuestra vida se acerca más a un drama que a una comedia pero acaso ¿No es eso la vida?  Recuerdo aquellas Navidades, recuerdo una mesa puesta, los abuelos en la cabecera, todos conversando de cosas poco trascendentales. Para mi todo era ansiedad, yo deseaba que todo terminara ya, que Papa Noel debía pasar por allí esa noche. ¡A comer todos rápido, a la cama ya que mañana es Navidad!

Lo que yo más recuerdo es estar con mis padres y hermanos, sus abrazos y cariños

Recuerdo como mi padre me ayudaba a dejar mi zapato en el lugar correcto para que Santa no se equivocara de sitio y no fuera a dejar mis regalos en otra parte. Tardaba mucho en dormirme, dando vueltas en la cama soñando con la ilusión, soñando con la magia.  Al despertar todo era alegría, juguetes, sonrisas, y chocolate caliente con panetonne. Con esa edad no recuerdo problemas o discusiones. Todo parece ponerse en pausa en la mente de un niño cuando llega el 25 de diciembre.

Lo que yo más recuerdo es estar con mis padres y hermanos, sus abrazos y cariños. Creo que al final de nuestras ochenta Navidades, que pasan siempre más rápido de lo que uno se espera, recordaremos esos momentos, esa cartita que te escribió tu hijo, ese beso de tu pareja, la sensación de estar todos juntos sin importar lo buena o mala, abundante o frugal mesa de Navidad.

¿Qué recuerdas tú de las Navidades?

Si te pones a pensar en el pasado ¿Qué imágenes te vienen a la mente? Para algunos Diciembre es un mes triste, lo que en EEUU se le conoce como Christmas Blues, y en realidad todos hemos tenidos buenos y malos inviernos pero al final son nuestros inviernos, nuestra historia. Cada uno con su sabor peculiar forman parte de nuestro paso por esta vida.

Pensar que nuestra religión y nuestras creencias llevan a un gran grupo de personas a celebrar la fecha del nacimiento de Jesucristo y por ello nuestras costumbres nos dicen que es un momento para dar y agradecer. Me encanta observar a la gente en los centros comerciales en los últimos días antes de Nochebuena. Es una locura entre ofertas, gritos, interminables colas y niños corriendo.

En el fondo el ser humano tiene una necesidad de dar que luego no aprovechamos por juicios de poca lógica. Pero …. realmente ¿Qué es lo que tiene valor? ¿Qué es más valorado? ¿El último juego de la Nintendo Switch o aquella partida de Monopoly con la familia? ¿Toda la colección de Pokemon o ese domingo que te quedaste hasta tarde mirando las estrellas con tu viejo? ¿Qué crees que recordarán tus hijos? ¿Qué crees que valoran más?

No existe nada de malo en entregar lindos regalos pero ¿Conocen nuestros hijos el valor de la capacidad de dar y compartir?

¿Vale la pena que nuestros hijos vean que en el mundo hay niños que no tienen una Navidad como la que ellos disfrutan? ¿Vale la pena enseñarles las Navidades en orfanatos, albergues, asilos sin padres, familia ni abrazos? ¿Vale la pena que vean que muchos no tienen nada, que incluso han perdido la ilusión y la capacidad de creer? ¿Vale la pena llevarlos a darle Navidad a alguien que lo ha perdido todo?  Cuesta trabajo incluso el imaginarlo. Puede hasta generar incomodidad ¿verdad?

¿Quieres que comparta un secreto contigo? Tengo 45 años y uno de los recuerdos que más añoro y guardo con cariño fueron los años en que mi padre, mi hermano Gino y yo visitábamos un pequeño asilo de ancianos en Navidad. Tenía entre 10 y 11 años, era duro, muy duro, impactante e incluso triste. ¿Qué mi padre hacía bien en llevarnos?  ¿Qué vale la pena ver de cerca que la vida es dura cuando eres un niño? La verdad no lo sé. Pero me dejó un recuerdo y un mensaje.

Por supuesto no pretendo decirte como vivir tus celebraciones y tus fiestas y mucho menos indicarte como vivir tu vida, sólo tengo la intención de compartir contigo momentos y pensamientos que han cambiado mi forma de ser y que me invitaron a ver el mundo desde una perspectiva diferente. La vida es muy corta y nuestras Navidades pasan rápido.

Esta Navidad será la última para muchos seres humanos y nadie tiene el tiempo contado, “hazla valer” y te darás cuenta que una persona prevalece cuando hace algo especial por alguien más.

Haz Navidad. Descubre el poder que tiene una sonrisa, un abrazo y un “te quiero”. Regala momentos, no sólo regalos. Revive el mensaje que dio origen a la magia.

Confucio solía decir:

“Vive cada minuto de tu vida como al momento de tu muerte quisieras haber vivido”.

¿Y sí agregamos: “Vive cada Navidad como si fuera la última”? Yo si creo en Santa Claus porqué en mis 45 Navidades no he sido testigo de otra cosa que se le compare. Yo quiero creer, decido creer y espero que el pensamiento mágico siga coordinando a millones de personas para alimentar un poderoso mensaje que nos define como seres humanos. La necesidad de dar y agradecer.

Feliz Navidad te deseo de todo corazón, ahí en donde te encuentres.


Para más información visita www.francosoldi.com 
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