LA SANGRE Y LA ROSA: UNA MUESTRA DEL PODER ESPIRITUAL ANTE LA LÓGICA DEL HOMBRE
Durante varios días se presentó en la ciudad de Houston el documental “La Sangre y la Rosa”, una obra que explora el alcance de la religión frente a sucesos científicamente inexplicables como la imagen de la Virgen de Guadalupe en el manto de Juan Diego.
Por Dominique Guinand-Vargas
Recientemente tuvimos la oportunidad de disfrutar en el Museo de Ciencias Naturales de Houston la proyección de la película La Sangre y la Rosa, un documental filmado en locaciones entre México y España sobre la Virgen de Guadalupe y que ofrece de manera documental, entrevistas con los mejores expertos en los campos de la ciencia, la historia y la teología, explorando el misterio del manto de San Juan Diego y la famosa imagen de la Virgen de Guadalupe que permanece plasmada en él.
Este proyecto cinematográfico transita entre diferentes testimoniales que ilustran su lado documental, mientras que las dramatizaciones principales son realizadas por los actores mexicanos Eduardo Verástegui y Karyme Lozano, quienes le dan vida a esta maravillosa historia. Según el productor ejecutivo del proyecto Timothy Watkins, es más que una historia acerca de un acontecimiento lejano, pues se trata de una invitación y un llamado a imitar a San Juan Diego en su misión de transmitir el mensaje de la Virgen María.
Durante una hora y media, se puede conocer por qué la Virgen de Guadalupe es para muchos patrona de la vida, además de Madre de las Américas, tal como la bautizó el Papa Juan XXIII. Para entender esto, el documental hace un recorrido por la historia de la civilización azteca y de su encuentro con la religión católica por medio de conquistadores españoles, época en que se registra esta aparición de la Virgen. La dulzura de aquellas palabras con que la Virgen se dirigió al indio Juan Diego todavía hace sonreír de ternura a los estudiosos de este acontecimiento, que tal como resalta el documental, simboliza el mensaje de una madre a su hijo y es la real esencia de dicha aparición. Juan Diego se convirtió en mensajero de la Virgen, y no en vano su nombre azteca significaba “mensajero águila”, o esa águila mensajera que la Virgen buscaba para llevar su mensaje.
La Virgen de Guadalupe, que estampó su imagen de manera milagrosa en el manto que vestía Juan Diego -y que hoy, casi 500 años después permanece intacto- supo hablar con un mismo lenguaje a locales y conquistadores. Todos comprendieron su mensaje y, quienes todavía defendían los sacrificios humanos comenzaron a desterrarlos gracias a la imagen de esa Virgen embarazada que ofrecía esperanza a sus hijos.
Hoy han pasado casi cinco siglos desde aquellos sucesos extraordinarios, 500 años de generaciones adorando, tocando, besando un manto de fibra natural que, con la lógica en la mano, debía haberse descompuesto hace más de cuatro siglos.
Y este es precisamente el objetivo del documental: demostrar que no hay lógica material posible cuando se trata de transmitir un mensaje espiritual. No la hay en la naturaleza casi indestructible del manto -ha resistido al ácido y a una explosión- ni tampoco cabe la lógica en su condición iridiscente, ya que cambia de color según el ángulo de visión y en la tela no hay rastro alguno de pintura.
El director Tim Watkins explica que el indio Juan Diego recibió el mensaje de la Virgen y lo difundió para darnos cuenta que la vida es para amar y servir no a uno mismo sino a los demás. De esta forma, Juan Diego nos trasmite el mensaje de llevarnos a una vida de servicio, que nos inspire y nos conduzca a amar de forma sincera, tal como la Virgen hizo con él.
De esta manera, el documental La Sangre y la Rosa nos recuerda que estamos llamados a ser “mensajeros águila” para llevar el mensaje de la Virgen como hizo Juan Diego, y que el verdadero cometido espiritual supera cualquier espacio material producido por el hombre.
Dominique Guinand-Vargas es agente inmobiliaria y directora de desarrollo de negocios de Viva! The Woodlands Magazine. Para contactarla, puedes escribirle a dominique@vivathewoodlands.com