Un San Valentín lleno de Amor (Propio)
Por Ana Beatriz Priego
En esta edición, nuestra columnista Ana Beatriz Priego nos comparte algunas herramientas para poner en práctica en nuestras vidas que nos ayudarán a querernos aún más.
Febrero es el mes del famoso día del amor y la amistad. Mi esposo y yo no lo festejamos oficialmente. Digo oficialmente porque aunque sí somos víctimas de la mercadotecnia y ocasionalmente nos damos un regalo significativo para nosotros, no salimos a cenar o hacemos mucha faramalla ese día. Con mis amigas lo recordamos esporádicamente; si estamos juntas alrededor de esa fecha no falta la amiga detallista (y cursi) que nos da un regalito de San Valentín. Siempre lo aprecio, pero este tipo de celebraciones forzadas no son lo mío.
“Me hablo y me quiero como lo haría mi mejor amiga”
Lo que sí he estado haciendo especialmente en los últimos años, en febrero y en todos los otros meses, es darme amor a mí misma. Con esto me refiero a dedicarme más tiempo, a hacer más de las actividades que disfruto. A darme espacio en mi agenda. A permitirme no estar bien también y al mismo tiempo buscar las herramientas que me ayuden a estar en paz. Por más trillado que se lea, ser más amorosa conmigo misma se ha convertido en una prioridad.
Entiendo que self-love y self- care, aunque son distintas, están ligadas de muchas maneras. Para mí, son un gran complemento. Aquí te comparto algunas de las cosas que me han ayudado a quererme más:
“Trato de ser más organizada con mis días para poder hacer realmente lo que alcance en 24 horas”
Estar más conectada a mí y menos de los aparatos y redes sociales
Esto significa menos series y más lectura. Menos binge watching televisión y más journaling. Menos vivir hacia fuera y más vivir hacía adentro. Hace poco hice un detox de Instagram de casi 3 meses. Me sentía muy bien, en ningún momento lo necesitaba o extrañaba. Disfruté estando más alejada de mi celular y más cerca de la gente que me rodeaba físicamente. (Total, los memes o videos imperdibles me los mandaban por Whatsapp.) Sin tantos aparatos y redes sociales, me di cuenta de que acababa libros más rápido, ¡finalmente no los dejaba meses en mi buró! Perdía menos el tiempo y estaba más presente.
Lo que me lleva a mi segundo punto: Estar.
No me gusta estar en un lugar queriendo estar en otro. Me pasaba frecuentemente que estaba jugando tennis y sentía que tenía que estar trabajando o que estaba grabando un episodio de mi podcast y sentía que tenía estar arreglando algo de mi casa. Me cansé de estar ofreciendo a gente querida mi tiempo aire, así le llamo a esos momentos que estas con ellos pero solo como un ente, que tu mente realmente está en otro lugar. Odio ese sentimiento de no estar donde estoy, me di cuenta de que esta desconexión también me afectaba a mi aunque ellos no se dieran cuenta. Así que simplemente me lo propuse. Ahora trato de ser más organizada con mis días para poder hacer realmente lo que alcance en 24 hrs. con tal de estar verdaderamente presente en dónde estoy de corazón y no solo con mi presencia física. Esto me ha ayudado a hacer todo con más consciencia y estar más en paz.
Depurar es clave para lograr “Estar”
Desde que comencé a eliminar actividades de mi agenda que no me aportaban valor, he sido más feliz. Amarme también implica introspección y reflexión. Percatarme de qué le agrega a mi vida y qué cosas le quitan. He sacado hasta sartenes que ya no usaba, terminado proyectos que no me ayudaban a cumplir con mis objetivos profesionales, hasta bloqueado personas que solo ocupan espacio y no contienen. ¡Qué satisfacción!
Terapia
Comencé terapia psicológica hace cinco meses y ha sido un proceso muy satisfactorio. Llevaba muchos años teniendo una que otra terapia tradicional o alternativa (Thetahealing) esporádicamente, pero nunca semanalmente. Por una cosa u otra no me animaba a empezar un proceso en forma con una terapeuta. Este era un paso que no me atrevía a dar, quizá por falta de tiempo, creer no necesitarlo, no querer invertirle dinero o miedo. Sin embargo ha sido uno de los actos de amor propio más significativo que he tenido conmigo, y del que más le huía (inconscientemente). Finalmente lo hice y por ahora tengo una persona experta que me lleva de la mano a encontrar mis propias respuestas e ir trabajando lo que sea que tengo que sanar.
Tenerme paciencia
Leí una frase que decía: “Someone being patient with you is one of the purest forms of love.” Así que con esto del amor propio pues me cayó como anillo al dedo. Intento ser más paciente conmigo, con la manera en que estoy procesando todo lo que me pasa. Mis relaciones, la de pareja, con mis hijos, hermanos y mi papá. Ser paciente con cómo se van acomodando los escalones para ir llegando a las metas que me propongo. Hoy, cuando reconozco ese diálogo interno que me quiere presionar o juzgar, ya le pongo un alto de inmediato. Me hablo y me quiero como lo haría mi mejor amiga.
Nunca pensé escribir un texto de amor propio. Hasta repelía las dos palabras juntas cuando las empecé a escuchar por todos lados. “¿Cómo que amor propio? Obviamente me quiero.” Pensaba. “Amor de mi hacia mí, ¿cuál es el punto? El punto es que tanto lo leí y necesité a inicios de la pandemia que se volvió parte de mi vida. Me di cuenta de que no me había dado suficiente tiempo para mi desde que era mamá. Me excusaba que tenía dos hijos pequeños, que estaba lejos de mi familia que me ayudara, así que no tenía ningún tipo de break. Breaks que hoy estoy muy consciente son necesarios, me nutren y hacen que pueda dar mi 100 % a los demás. Son parte de esos detalles y regalos que me complacen a mí y no necesariamente a nadie más. Creo que esta celebración me gusta más.
Ani Priego es escritora y emprendedora digital. Síguela en @ana_beat y anabeat.com. También es productora y host de Infusión podcast en el que entrevista a líderes de creatividad, bienestar e impacto social. Además es co-host de Ciudad H Podcast (@ciudadhpodcast)